Esta semana irá a examen internacional nuestro sistema alimentario mundial: qué comemos, cómo lo producimos, de qué forma lo distribuimos y cómo lo vendemos en un mundo afectado por el aumento de la población, el cambio climático y la urbanización.
En vísperas de la Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios+2, en la que se analizarán los sistemas agroalimentarios mundiales, exponemos las impresiones de la FAO sobre la situación actual.
¿Qué es el sistema agroalimentario?
El sistema agroalimentario es todo lo relacionado con la alimentación y la agricultura. Tanto lo que comemos como la forma en que se venden, distribuyen y procesan los alimentos. También incluye cómo se cultivan o cosechan los alimentos en tierra, mar y otros productos no alimentarios, como el combustible y la fibra.
Todos estos procesos implican toda una serie de actividades, inversiones y decisiones.
El sistema agroalimentario reúne todo esto en un sistema interconectado; por ejemplo, si queremos cultivar frutas y verduras para que la gente coma más sano, tenemos que pensar no sólo en cultivar las verduras, sino también en cómo se entregan a la gente.
El sistema agroalimentario es también un espacio para soluciones como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la malnutrición, las enfermedades crónicas, los alimentos inseguros, la pobreza y para contrarrestar la falta de sostenibilidad urbana… la solución a los retos más importantes del mundo.
¿Por qué necesita el mundo transformar el sistema agroalimentario?
Ahora mismo, no existe el poder para aportar esas soluciones. El sistema agroalimentario está enfermo. La forma en que está diseñado y funciona significa que es débil, está desgastado y carece de resiliencia.
Por tanto, la frustración y el reto que se plantea aquí es que el poder potencial del sistema agroalimentario para proporcionar estas soluciones se pierde hasta que no lo transformemos para hacerlo más fuerte.
Uno de los principales retos es que la forma en que se cultivan y producen los alimentos está contribuyendo al cambio climático, lo que a su vez debilita el sistema agroalimentario.
¿Cuál es el ejemplo de un gran reto actual del sistema agroalimentario?
Una de las cosas que hemos hecho es eliminar la diversidad del sistema, lo que incluye todo, desde lo que está en nuestros platos hasta la granja. Tenemos que recuperar esa diversidad.
En las últimas décadas se ha producido una especialización en la producción de determinados cultivos básicos. Fue una gran idea desde el punto de vista de la productividad y la eficiencia: abarata los alimentos, permite comerciar con ellos y reduce el coste de producción. Es importante que produzcamos estos cultivos de forma eficiente.
Pero hemos visto que reducir demasiado la diversidad reduce la resistencia del sistema. Y hemos visto con los conflictos recientes cómo la dependencia de ciertos productores clave debilita aún más la resiliencia.
La diversidad también es buena para la biodiversidad y el medio ambiente, así como desde el punto de vista nutricional para los consumidores.
¿Cómo superar estos retos?
Hay muchas maneras de transformar el sistema agroalimentario. La más importante es aunarlo, para lo que es necesario unir a las personas.
Uno de los principales retos es que cada cual intenta solucionar la biodiversidad, la nutrición o la seguridad alimentaria, mientras que otros intentan solucionar la pobreza y los medios de subsistencia de los productores agrícolas.
Tenemos que trabajar juntos en encontrar la manera de aportar estas soluciones. Así empezaremos a ver que el sistema agroalimentario puede parecer un problema porque es débil, pero en realidad es algo realmente poderoso.