La calidad del aire que respiramos es un factor crucial para la salud humana y el equilibrio climático. El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha subrayado la necesidad de actuar con urgencia y a gran escala para mejorar la calidad del aire, una tarea que requiere la colaboración de Gobiernos, empresas, organizaciones de desarrollo y otros actores globales. Guterres destaca que para lograrlo es esencial reducir el uso de combustibles fósiles, implementar sistemas de cocina limpia y mejorar la vigilancia de la calidad del aire.
Según Guterres, invertir en aire limpio salva vidas, ayuda a combatir el cambio climático, fortalece las economías, construye sociedades más equitativas y promueve el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En su mensaje, instó a actuar ahora para “poder respirar tranquilos”, sabiendo que estamos asegurando un futuro más saludable para el planeta y las personas.
El impacto de la contaminación del aire
La contaminación del aire es un problema global que afecta tanto a países desarrollados como en desarrollo. En 2019, la Asamblea General de la ONU estableció el Día Internacional del Aire Limpio, reconociendo los graves efectos de los contaminantes atmosféricos en la salud humana y el medio ambiente. Este día sirve para crear conciencia sobre la importancia de mantener un aire limpio y lo vital que es para la calidad de vida de las personas en todo el mundo.
Un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) destaca los múltiples desafíos relacionados con la calidad del aire y el cambio climático. El informe pone de manifiesto cómo los incendios forestales, que fueron especialmente intensos en 2023, han tenido un impacto devastador en la salud humana y el medio ambiente. Las temporadas de incendios forestales en el hemisferio norte y sur fueron particularmente destructivas, como lo demuestran los incendios en Canadá, que quemaron siete veces más hectáreas que el promedio entre 1990 y 2013.
Estos incendios no solo devastaron el entorno natural, sino que también empeoraron la calidad del aire en vastas regiones, afectando gravemente el este de Canadá y el noreste de los Estados Unidos. En este contexto, la secretaria general adjunta de la OMM, Ko Barrett, enfatizó que el cambio climático y la calidad del aire están estrechamente relacionados y no pueden abordarse por separado. Resolver ambos problemas de manera conjunta podría generar beneficios para la salud del planeta, las personas y las economías globales.
La contaminación del aire no conoce fronteras
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) también ha alertado sobre la contaminación atmosférica, describiéndola como el mayor riesgo medioambiental para la salud de nuestra era. Además, la contaminación del aire exacerba el cambio climático, disminuye la productividad agrícola y genera importantes pérdidas económicas.
Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, ha sido clara en su llamado a una acción urgente: “Todas las personas de este planeta tienen derecho a respirar aire limpio, y sin embargo, a casi todas se les niega este derecho”. Andersen se sumó al pedido de Guterres de realizar una inversión global para garantizar aire limpio, instando a los gobiernos, regiones y ciudades a establecer normas estrictas de calidad del aire.
Además, Andersen hizo un llamado a apoyar las energías renovables, promover el transporte sostenible y exigir que las industrias cumplan con estrictas normativas de emisiones. También enfatizó la importancia de integrar la calidad del aire en la lucha contra el cambio climático.
El camino hacia un aire limpio
A medida que la evidencia de los impactos de la contaminación atmosférica se acumula, la comunidad internacional debe intensificar sus esfuerzos para reducirla. El PNUMA afirma que si los países y ciudades abordan de forma proactiva la contaminación del aire, es posible lograr un cambio transformador, garantizando un aire más limpio y saludable para todos.
La calidad del aire no solo afecta la salud de los individuos, sino que también influye directamente en la lucha contra el cambio climático. Por ello, invertir en aire limpio no es solo una cuestión ambiental, sino también una estrategia clave para el desarrollo sostenible y el bienestar global.