Convertir a la apicultura en una actividad rentable es la meta de los productores apícolas de Ñeembucú. Se trata de 15 familias de apicultores quienes lograron transformar su producción en una marca: Los Carrizales, una miel orgánica de abeja que ya cuenta con certificación nacional.
No obstante, para conquistar el paladar del mercado local deben superar las dificultades de distribución y que se establezcan límites al avance de los arrozales.

Para las familias apicultoras de duodécimo departamento del país, constituye un gran logro haber obtenido la certificación nacional. Confían que, con eso, además de protocolizar y certificar sus procesos, ayudarán a cuidar el entorno de la contaminación y facilitarán la generación de fuentes de trabajo.

La miel de los humedales de Ñeembucú es un producto orgánico, producido por los comités de apicultores, ubicados a orillas de los ríos Paraná y Paraguay, desde la década de los noventa. Proceden de Paso de Patria, General Díaz, Isla Umbú y Cerrito.

Entre las principales características de esta miel, los apicultores mencionan su color ámbar claro, una textura suave, un delicado sabor floral con un sutil matiz herbal y un dulzor equilibrado, que sirve también como edulcorante natural. Además, suscriben, la miel de abeja es conocida por sus propiedades medicinales y antioxidantes.

Fidel Sosa, apicultor de General Díaz (compañía Loma Guazú), ubicado a 30 km al sur de Pilar, cuenta que desde el 2004 trabaja en comités en el proceso de la miel de abeja tradicional. En 2018, empezaron a producir miel orgánica “que es diferente a la tradicional”, suscribe.

RESILIENTE. La producción de miel de abeja se muestra resiliente y cada vez más fuerte en el Sur de Ñeembucú. Pese a los desafíos climáticos, cerró una buena cosecha. “Hay una buena aceptación del sector, cada vez hay más personas interesadas”, afirma el licenciado Arturo Benítez, presidente de la Asociación de Apicultores de Ñeembucú, quien acopia la producción de 15 familias de la zona a fin de acrecentar la comercialización del producto.

Si bien la certificación nacional –dice– representa un gran logro que les permitirá cuidar el entorno de la contaminación y asegurar fuentes de trabajo, esperan que las autoridades nacionales avancen en el plan de zonificar la producción de arroz. “Que el río Tebicuary sea la barrera de este rubro intensivo (arroz), que podría poner en peligro la producción orgánica de la miel de abeja”, refiere.