Cada vez son más los estudios científicos que vinculan los efectos de la crisis climática con problemas de salud y, en concreto, con el agravamiento de algunas enfermedades: “Hay una amenaza clara del cambio climático y debemos estar preparados”, señala el microbiólogo Philippe J. Sansonetti, del Instituto Pasteur (París).

Recientemente premiado en España con el “Abarca prize”, el Premio Internacional de Ciencias Médicas Doctor Juan Abarca, este científico es experto en las bacterias Shigella, el patógeno que causa la disentería bacilar que afecta, sobre todo, a los países en desarrollo.

Considerado uno de los fundadores de la microbiología celular, Sansonetti afirma, en una entrevista con EFE, que “cuesta creer” que las consecuencias del cambio climático no nos afectan.

Por ejemplo, eventos climáticos extremos como las inundaciones pueden mermar las medidas de higiene, que, en el caso de la shigelosis, son clave para frenar su transmisión (las bacterias causantes de la enfermedad se encuentran en las heces de las personas afectadas).

“Claramente la shigelosis se va a beneficiar de esta situación; habrá efectos del cambio climático que exacerben la enfermedad”, resume el investigador, pero no solo: “es obvio que, en términos globales, también cambiará el comportamiento de las enfermedades infecciosas”.

El último informe “Lancet Countdown”, dado a conocer la semana pasada y que incluye el trabajo de 99 expertos de 51 instituciones, advertía de que la persistente dependencia de los combustibles fósiles pone en peligro la salud de generaciones actuales y futuras.

Mencionaba, entre otros, que el cambio climático afecta a la propagación de enfermedades: el tiempo para la transmisión de la malaria aumentó un 32,1 % en las zonas altas de América y un 14,9 % en África entre 2012-2021, en comparación con el período 1951-1960.

Preguntado por estas conclusiones y otros estudios en esta línea, Sansonetti declara: “tenemos que estar preparados porque la amenaza es real”.

En este sentido, el investigador relata que en Francia se ha constatado que el mosquito tigre (vector de muchas enfermedades infecciosas) se ha ido propagando y ahora se localiza en zonas que antes no estaba: en los últimos cinco años se han contabilizado 90 casos de dengue local.

LOS MICROBIOS EN LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

¿Y qué pueden hacer los líderes y expertos que se reunirán en la COP27? Sansonetti dice echar de menos lo relacionado con la microbiología. “Se habla de macrobiología, pero olvidamos la ecología de los microbios, y estos están en todas partes”.

“Todos los ecosistemas tienen plantas, animales, humanos, pero también microbios”, apunta el científico, quien, si bien admite “cada vez más señales” a la hora de tener en cuenta a los microorganismos en la lucha contra el cambio climático, asegura que “es difícil convencer de lo que no se ve”.

Un ejemplo, las plantas crecen porque capturan nitrógeno, un proceso que hacen gracias a los microorganismos; “si los perdemos se produce un desequilibrio y recurriremos a más fertilizantes”.

OPTIMISTA ANTE LA VACUNA CONTRA LA SHIGELOSIS

Sansonetti, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, ha desarrollado diversos programas dirigidos a mejorar la salud de los niños; “la shigelosis -de la que falta visibilidad- sigue siendo uno de los problemas pediátricos más importantes de África”.

La implementación de medidas de prevención de tipo higiénico-sanitario presenta dificultades y se ha observado una alta prevalencia de cepas multirresistentes a los antibióticos, por eso -recalca- la solución pasa por la vacuna.

Lleva décadas investigando en este campo y asevera que “siempre es optimista”.

Uno de los prototipos se ha desarrollado en su instituto y, después de recibir financiación de la Unión Europea para la primera fase de ensayo clínico, en la que se comprobó que no tenía efectos secundarios importantes y que la respuesta inmune era buena, en 2017 la Fundación Bill y Melinda Gates decidió apoyar el proyecto.

Acaba de finalizar en Kenia la fase II del ensayo clínico, con la inclusión de infantes, constatando un “muy alto” grado de inmunidad: “se confirman buenos resultados, sobre todo en la población más joven, un punto crítico”.

Un comité independiente decidirá en diciembre/enero si el ensayo pasa a la última etapa. Los planes de la fundación son que la vacuna esté en el mercado en 2025; “yo espero que sí acabemos teniendo vacuna”.

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