A través de relatos orales, se está dando a conocer en Ñeembucú los esfuerzos llevados a cabo para rescatar las antiguas técnicas de hilado y tejido que estuvieron al borde de la extinción. Artesanos y miembros de la Gobernación de Ñeembucú están colaborando estrechamente para perpetuar legados culturales como el hilado ñaipovã y el tejido de jata’i.

El ñaipovã es un hilo de algodón elaborado manualmente, siguiendo una técnica transmitida de generación en generación. Desde el cultivo y cuidado de las plantas de algodón hasta la cosecha de los capullos, su fabricación es un proceso meticuloso que comienza con el deshacimiento de los capullos para transformarlos en hilo natural.

Hilda Cáceres, de 82 años, es una de las pocas personas que aún dominan esta técnica. Conocida como «mamá guasu» por su grupo de artesanas, ha sido seleccionada como instructora para un taller organizado en colaboración con la Asociación de Artesanas Textiles de Ñeembucú.

Con el respaldo de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Desarrollo Rural de la Universidad Nacional de Pilar (UNP), la Gobernación de Ñeembucú y la Asociación de Artesanas, se está llevando a cabo un proyecto para rescatar el cultivo del algodón. Este esfuerzo no solo inspira esperanza entre quienes participan en él, sino que también evoca una profunda emoción entre las artesanas de Pilar.

El proyecto comenzó con la siembra de una pequeña parcela en la propiedad de la universidad, que servirá como punto de partida para futuras expansiones. Las artesanas se encargarán de la cosecha del algodón, separando la fibra para su hilado artesanal y utilizando las semillas para futuras siembras.

Este renacimiento del algodón va más allá de una simple actividad agrícola; es un tributo a las raíces, la cultura y el futuro. Las artesanas, consideradas guardianas de la ancestral técnica del hilado ñaipovã, son el corazón de esta revitalización.

Para ellas, la cosecha del algodón es más que la simple recolección de fibra; es un encuentro sagrado con el pasado, una conexión con las generaciones que tejieron historias con sus manos.

La emoción que sienten al ver los campos de algodón florecer nuevamente es indescriptible. Cada fibra recolectada parece llevar consigo un susurro de sus ancestros, recordándoles que forman parte de una cadena ininterrumpida de conocimiento y tradición.

El compromiso de la UNP y la Gobernación local con el cultivo del algodón trasciende lo agrícola; es un acto de recuperación cultural y social. Al fomentar este cultivo, no solo se promueve la diversificación agrícola y el desarrollo sostenible, sino que también se ofrece a las artesanas la oportunidad de reconectarse con sus raíces y de tejer sueños para sus familias y su comunidad.

La técnica del hilado ñaipovã, que alguna vez estuvo al borde del olvido, ahora promete florecer nuevamente, contando la historia de un pueblo que, contra todo pronóstico, supo mantener viva la llama de su cultura y su identidad.