Latinoamérica y el Caribe es, y continuará siendo, una de las regiones más afectadas por el cambio climático. El aumento de la temperatura, los cambios en las lluvias, las sequías, las inundaciones y el aumento del nivel del mar impactan en la disponibilidad de agua, la producción agrícola, la salud de las personas y en sus condiciones económicas, afectando especialmente a los más vulnerables.
La migración, interna o internacional, es una de las principales formas que las personas encuentran para adaptarse a estos cambios en el clima. Sin embargo, las migraciones suponen retos para quienes abandonan sus hogares, para las comunidades de acogida y para los responsables de política que deben prepararse para hacer frente a estos nuevos desafíos.
El impacto del clima en las economías locales
Los cambios en el clima impactan en las economías de los lugares de origen y de destino haciendo que la migración sea una alternativa atractiva. Así, si el ingreso cae ante las condiciones climáticas adversas, las brechas entre los países o regiones de origen y destino se incrementan, impulsando una mayor migración. Pero el impacto del cambio climático no es igual en todas las regiones. Sus consecuencias sobre los ingresos de los hogares, y por lo tanto sobre la migración, son más fuertes según la vulnerabilidad los países de origen, siendo los más propensos a ser afectados aquellos que dependen directa o indirectamente de la agricultura, pues se reduce la rentabilidad de la tierra y la producción agrícola.
Cuando las oportunidades económicas se reducen, los primeros en migrar son los miembros de hogares más jóvenes . Este trabajo sobre la respuesta migratoria a los riesgos en la agricultura describe que frente a las consecuencias del cambio climático los jóvenes buscan continuar con sus vidas en una diferente pero estable situación, y enviando remesas a aquellos que permanecen en las áreas afectadas.
La migración por causas climáticas en América Latina y el Caribe
Latinoamérica y el Caribe son regiones altamente expuestas, vulnerables y fuertemente impactadas por el cambio climático. Según el Informe Groundswell del Banco Mundial para 2050, la región podría llegar a tener 17 millones de migrantes internos a raíz del cambio climático.
Esta situación se vería amplificada por la inequidad, pobreza, crecimiento y alta densidad poblacional, cambios en el uso de la tierra, degradación del suelo y alta dependencia de las economías en los recursos naturales y producción de commodities. Asimismo, la débil gobernanza del agua, el acceso desigual al agua servicios de saneamiento, la falta de infraestructura y financiamiento, reducen la capacidad de adaptación, acrecentando las vulnerabilidades de la población.
En América Central, 10.5 millones de personas viven en el llamado “Corredor Seco”, una región con una estación seca extendida y con patrones de lluvia cada vez más erráticos que afectan la seguridad alimentaria e impulsa la migración. En esta región, son los más jóvenes quienes tienen más probabilidades de migrar (ya sea internamente hacia grandes ciudades, o internacionalmente a Estados Unidos) en respuesta a huracanes y especialmente a sequías reduciendo así la mano de obra en los lugares de origen.
En el caso del Caribe, los huracanes y olas de extremo calor son comunes; además, la región viene experimentando aumentos en la temperatura promedio del aire y cada vez más frecuentes e intensos eventos extremos. Junto con la devastación que los desastres infligen, los países también están lidiando con inundaciones costeras y la intrusión de agua salada debido al aumento del nivel del mar.
Ante los desastres cada vez más severos y los impactos del cambio climático, los hogares y personas en el Caribe han migrado para encontrar seguridad o mayor oportunidad económica. Sólo durante la temporada de huracanes del 2017, casi 3 millones de personas de 16 países del Caribe, fueron reportados como desplazados por huracanes Irma, Harvey y Maria. El riesgo de desplazamiento, además, se hace más severo si se considera la magnitud poblacional y territorial de los países de la región.
En el caso de Sudamérica, las amenazas de tipo climático o hidrometeorológico son las principales causantes de nuevos desplazamientos por desastres en la región (64% del total entre 2008 y 2020), comparado con las amenazas geofísicas (46%, sismos). Entre las amenazas climáticas destacan las inundaciones, causantes de más de 7 millones de desplazamientos.
La relación entre cambio climático y migración es también altamente heterogénea. En las regiones amazónicas, por ejemplo, las inundaciones y sequías extremas impulsan migraciones del campo a las ciudades en búsqueda de mejores ingresos, condiciones de vida y servicios. En las regiones andinas, los patrones de migración tienen carácter circular diario buscando combinar el bajo ingreso de la producción agrícola con ingreso urbano sin abandonar totalmente la actividad agrícola.
Asimismo, en Sudamérica, la variabilidad climática incrementa la probabilidad de migración interprovincial, principalmente hacia regiones más urbanas. Si bien la migración hacia ciudades puede significar mayores oportunidades para los migrantes, puede exacerbar las vulnerabilidades preexistentes relacionadas con la desigualdad, la pobreza, la indigencia y la informalidad, pues las poblaciones migrantes suelen ubicarse en zonas de alto riesgo en los márgenes urbanos.
Cambio climático y migración: un desafío de largo plazo
Esta nueva realidad, que plantea retos hacia el interior de los países es también la respuesta de miles de hogares que encuentran en el movimiento de sus integrantes para encontrar oportunidades que les permitan garantizar su subsistencia.
Ante este escenario, es necesario que los responsables de política deben estén preparados para responder a los nuevos desafíos que plantea el desplazamiento de quienes abandonan sus hogares y para las comunidades de acogida.