En el Día Mundial de la Alimentación, la ONU hizo un llamado para garantizar el derecho fundamental a la alimentación, resaltando que, aunque se produce comida suficiente para toda la población mundial, 733 millones de personas aún padecen hambre. Este problema persiste debido a conflictos armados, pobreza y desastres climáticos, afectando principalmente a los sectores más vulnerables, como los agricultores en zonas desfavorecidas.
El derecho a una alimentación adecuada está establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) y reforzado por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), que promueve la dignidad al acceder a alimentos seguros y nutritivos. Sin embargo, la aplicación de este derecho sigue siendo un desafío, y la ONU recuerda que es responsabilidad de los Estados garantizar la disponibilidad, accesibilidad y calidad de los alimentos, especialmente en situaciones de crisis.
En un acto conmemorativo en la sede de la FAO en Roma, su director general, Qu Dongyu, destacó que es urgente desarrollar sistemas agroalimentarios sostenibles, que no solo sean eficientes y resilientes, sino también inclusivos. La seguridad alimentaria no puede lograrse sin paz, y cualquier esfuerzo para erradicar el hambre requiere primero la eliminación de conflictos que agravan la inseguridad alimentaria.
António Guterres, Secretario General de la ONU, subrayó que el hambre y la desnutrición son síntomas de fallas profundas en el sistema global, afectando a miles de millones de personas. Guterres enfatizó que es posible alcanzar el hambre cero mediante una transformación integral de los sistemas alimentarios, incentivando la producción sostenible y el acceso a alimentos nutritivos y asequibles para todos.