Redacción Ciencia, 8 sep (EFE).- La agricultura impulsa, de forma directa o indirecta, más del 90 % de la deforestación en los trópicos, pero solo entre la mitad y dos tercios se traduce en la expansión de la producción agrícola activa en las tierras deforestadas.
Un estudio que publica Science señala que entre el 90 y el 99 % de la toda la deforestación en los trópicos es debida de forma directa o indirecta a la agricultura. Sin embargo, solo entre la mitad y los dos tercios se traducen en la expansión de la producción agrícola activa en las tierras deforestadas.
El estudio es una colaboración entre algunos de los principales expertos en deforestación del mundo y proporciona una nueva síntesis de las complejas conexiones entre este fenómeno y la agricultura, y lo que esto significa para los esfuerzos actuales para reducir la pérdida de bosques. El hecho de que la agricultura sea el principal motor de la deforestación tropical no es nuevo, pero las estimaciones anteriores sobre la cantidad de bosques que se han convertido en tierras agrícolas en los trópicos variaban mucho: de 4,3 a 9,6 millones de hectáreas al año entre 2011 y 2015.
Un puñado de productos básicos es responsable de la mayor parte de la deforestación vinculada a las tierras agrícolas de producción activa, bastante más de la mitad de la cual está relacionada con los pastos, la soja y el aceite de palma por sí solos. Al equipo le sorprendió -dijo Pendril- que “una parte comparativamente pequeña de la deforestación, entre el 45 y el 65 %, tiene como resultado la expansión de la actual producción agrícola en las tierras deforestadas”.
Este descubrimiento es de “profunda importancia para diseñar medidas eficaces que reduzcan la deforestación y promuevan el desarrollo rural sostenible”.
Una gran pieza del rompecabezas es cuánta deforestación es «para nada», en opinión de Patrick Meyfroidt, de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). En este sentido, indicó que los bosques y otros ecosistemas se talan a menudo para la especulación con tierras, proyectos abandonados o mal concebidos, tierras que resultaron inadecuadas para el cultivo, o debido a los incendios que se propagan a los bosques vecinos a las zonas taladas.
El estudio llega tras la Declaración de Glasgow sobre los Bosques en la COP26 y antes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP15), que se celebrará a fin de este año, y puede ayudar a garantizar que los esfuerzos urgentes para hacer frente a la deforestación se guíen y evalúen mediante una base de datos adecuada, consideran los autores.