Manos Unidas advierte de la importancia de contribuir a la cooperación internacional, con aportaciones económicas u otras vías, ya que «828 millones de personas pasan hambre hoy en el mundo».
En declaraciones a EFE, la delegada-presidenta de Manos Unidas en Barcelona (noreste español), Mireia Angerri, explica que esta organización de desarrollo trabaja para suministrar herramientas a las comunidades locales para que «sean protagonistas de su desarrollo».
«No hacemos trabajo asistencial, no hacemos caridad», precisa. Manos Unidas trabaja con socios que están directamente en el territorio y lo conocen, a los que proporcionan apoyo y recursos económicos para que puedan desarrollar los proyectos y conseguir lo que necesiten.
Manos Unidas fue fundada hace 64 años por mujeres que querían luchar contra el hambre en el mundo, y siempre ha estado dirigida por personas de este sexo.
«Dedicamos proyectos exclusivamente a empoderar a las mujeres», señala Angerri, que también explica que la lacra de la violencia machista se multiplica en países subdesarrollados. Esto hace necesario impulsar proyectos «que las ayuden a independizarse».
«No damos pescado, enseñamos a pescar»
La ONGD lleva a cabo 500 proyectos de cooperación para el desarrollo en más de 50 países, la mayoría en África, Asia y América Latina, que inciden en áreas tan diversas como la salud, la educación, la agricultura o los derechos de las mujeres: «No damos pescado, enseñamos a pescar», sintetiza Angerri.
Cuando les presentan un proyecto, estudian la viabilidad y comienzan a trabajar.
Aunque Manos Unidas cuenta con 5.000 voluntarios y 150 personas en plantilla, Angerri anima a la sociedad a implicarse en esta labor: «Siempre necesitamos más».
En cuanto a la financiación, explica que el 43% de los ingresos de la entidad proceden de socios y donantes, personas individuales que deciden pagar una cuota períodicamente o hacer alguna aportación anual esporádica, seguida de las realizadas de entidades religiosas y parroquias (16%).
«Manos Unidas trabaja para hacer básicamente realidad aquella frase de que los últimos serán los primeros, pone de manifiesto esa voluntad de querer a todo el mundo como a ti mismo, de compartir, de ser solidario, de desterrar los egoísmos, los individualismos…», señala Angerri.